lunes, 4 de mayo de 2015

Streetxo Madrid, Bendita Locura

Por un momento puede parecer que te has perdido en la película “Resacón 2, ahora en Tailandia”, por la música que parece llegar de una discoteca dos callejones más allá, en el centro de Bangkok. Fogonazos del wok…y calor persistente de las brasas de una parrilla que no para. Hay gritos, hay ajetreo y estas sentado en un taburete, pegado a una barra de color rojo, como si fuera a llegar de pronto una señorita a ofrecerte algún placer “prohibido”. Lo que llega es un camarero que me convence para probar una locura de cocktail con sabores agridulces. El primer plato es el pez mantequilla, primera explosión de sabores sobre un producto fresco y jugoso. Después la codorniz royale “Kentucky Style”, una gamberrada (el guiño al pollo frito) con aires asiáticos, por la salsa en la que se moja, y una textura que sorprende desde el primer bocado. A todo esto la mezcla con el cocktail…para que hablar….sólo para mentes abiertas y paladares valientes. Y verlos trabajar da mucha alegría. Alegría de no dedicarse a la hostelería. No paran. Te cansas un poco si les miras fijamente. Eso sí, como un reloj. Todo llegó perfecto, con una sonrisa en la boca y con tiempo, en medio del frenesí, para explicar los platos….aunque sea realmente difícil memorizar los detalles. Desde luego es una experiencia. Se entiende que algunos detrás de la barra lleven una especie de camisa de fuerza. Están locos. Bendita locura.



viernes, 11 de abril de 2014

The Gardener's Cottage (1 Royal Terrace Gardens, Edimburgo-Escocia)

Mesas corridas y cenas con desconocidos. Productos locales y cocina creativa. Un gran restaurante en la linea de los comedores que apuestan por lo orgánico. El local es pequeño y acogedor y la música sale de un tocadiscos analógico. Blues, jazz. La comida apuesta por el "slow food" y siempre lleva verduras acompañando los platos principales. El menú es fijo, con una degustación a mayor gloria del chef. Tomamos crema de verduras con frutos secos, un rico ravioli con salsa de cangrejo, una carne asada con verduras, queso y un postre que no sabría definir, con helado y arenas de galleta y chocolate. Rico y con precio cerrado: 30 libras.












Timberyard (10 Lady Lawson Street, Edimburgo, Escocia)

Recomendación de D. Francisco Forjas y acierto, sin duda.El local tiene una pinta informal muy agradable y una cocina muy seria. El formato del menú tiene cuatro capítulos, aperitivo, entrante, plato principal y postres, y lo suyo es pedir uno de cada, porque las raciones no son muy grandes. De aperitivo un pichón suave, acompañado de crujientes y algunos brotes. Luego probé el huevo de pato a baja temperatura con una falsa clara hecha con una salsa muy sabrosa. De principal, la carne, un lomo de ternera delicioso con verduritas asadas- Para acompañar un Baron de Badassiere (blanco, francés) a un precio razonable. El servicio también muy bueno, la chica que nos atendió era un encanto. De postre -que no se me olvide- una excelente tabla de quesos ¡¡¡









El Estudio de Ana (Carril de los Canos 104, Puente Tocinos, Murcia)

Fuimos por una recomendación de Antonio Jesus Gras, que regentaba Trapería 30, uno de nuestros restaurantes preferidos en Murcia. El entorno está muy bien y además con una especie de jardín cerca de nuestra mesa que nos permitió poder fumar y hacer un alto en el extenso menú de 15 platos que degustamos. Al principio tal vez nos costó un poco entrar, con unos snacks y entrantes ricos pero tampoco muy sorprendentes o especialmente sabrosos. Sin embargo todo mejoró mucho con los platos principales. Muy bien la vieira con la manita de cerdo, el arroz, el queso o la hamburguesa de angus. De los postres, algo soso el de la manzana en texturas, pero muy buena la tarta "new chocolate opera", con una presentación estupenda. La atención muy buena, con varios platos presentados y montados en persona por el cocinero (Freddy Salmerón). Muy buen servicio de vinos. Nos gustó el entorno y no nos pareció caro para el nivel. Por hacer alguna sugerencia tal vez no estaría mal aprovechar un poco mas las raíces venezolanas del chef para experimentar con una especie de fusión murciano-latinoamericana.















miércoles, 20 de marzo de 2013

Negu Berotasuna (Restaurante Porrue - Bilbao)

Nueva visita a Bilbao y nuevo templo a visitar en futuras ocasiones. Teníamos ya dos favoritos indiscutibles, Mina y Etxanobe, y ahora añadimos Porrue. Por cierto que habíamos reservado a través de la web de nuevo en Mina, y cual fue la sorpresa que por problemas en su servidor nos quedamos sin mesa. No les llegó la reserva de su propia web. Una pena poner servicios en la red que luego no funcionan, pero en fin...a lo que íbamos, que el destino quiso que abriéramos horizontes y -desde luego- cabe decir que ha valido la pena. Llegamos a tiempo de disfrutar todavía el menú de invierno "Negu Berotasuna" (El calor del invierno) diseñado por el chef Unai Campo. El mismo nos toma nota y nos augura una buena velada que luego se confirmaría. Acompañamos con un Belondrade y Lurtón bien fresquito y acabamos pidiendo gin tonics después de los cafés. El menú fue de menos a más. Visto con perspectiva lo más flojo fuera -tal vez- el arranque, con el terciopelo de calabaza y la morcilla, aunque rápidamente remontaría con el huevo a baja temperatura, la trufa negra y el caldo de pollo lumagorri. Excelente la vieira a la brasa, aunque el socarrat que acompañaba tal vez estuviera demasiado quemado. A continuación llegó una increíble sopa de pescados a la parrilla. Los hacen a la brasa delante de ti y después añaden el caldo. Sensacional y visual (además de oloroso). Siguió una buenísima lubina con curry sobre pochas para acabar con un guiso de jabalí inconmensurable en sabor y textura, acompañado con unas trompetas de la muerte y un bombón de queso que estallaba en la boca dando el toque justo para compensar la intensidad de la carne. El primer postre era una mousse de piña colada y el segundo el momento más moderno de la cena, el yogurt cuajado en nitrógeno líquido con una esponja de cítricos y una pomada de miel en su tubito, como esos de los dentífricos de viaje. Gran final para una gran cena en la que se entremezcló cocina tradicional y toques contemporáneos. Con los cafés unos tarritos de chocolates en diferentes texturas y para rematar los rutilantes gin tonics que nos preparó el propio Unai. Enormes (Bilbao Size) y con gran variedad de ingredientes y colores....hielos aromatizados, ramas, frutas...etc. La atención fue magnífica y salimos del local seguros de que habrá que volver sin dilación.