miércoles, 22 de febrero de 2012

Restaurante "La Salita" (Valencia): Humor seriamente ejecutado






Nueva visita a La Salita y nuevas propuestas culinarias, aunque parezca que por la repetición de esas citas podría acabarse la sorpresa. Nada más lejos de la realidad. El menú propuesto juega constantemente y añade humor a los sabores. Es circular y redondo, con el juego de simular que empiezas por el final, por un postre que no es tal, sino aperitivos salados disfrazados de carnaval. No es un café lo que viene en la taza de arranque ni pastelillos....eso será al final. En medio una caballa espléndida acompañada de ese "gazpacho de burbuja" tan celebrado (una especie de cava de gazpacho con una transparencia milagrosa). El arroz meloso tiene un fondo sabrosos y sigue jugando con el bonito ahumado que se mueve en el plato. Tras desengrasar con el granizado de gin tonic la fiesta continua con la cajita del dim sum en la que se oculta el guiño asiático del bocado de polenta de trufa negra y pollo, con su caldito. La olla valenciana flotante con pelotas de foie, shitake y caldo de tuétanos también juega con lo oriental pero mantiene la tensión humorística cuando se presenta en seco y se añade agua caliente en un recipiente típico de cafetera Melita, como cuando en los EEUU te añaden más café. Para terminar, parecería que te llega un brownie de chocolate, pero es carne. La carrillera de buey glaseada con crema de manzana y tubérculos, con brillos de oro y plata muy conseguidos, creo que a base de cereales....Y la traca final es de nuevo la taza y la bandeja, pero ahora sí es dulce. Pastelillos y delicias acompañadas con una taza de couland de espuma de crema inglesa y nougatine. Después de dos intentos frustrados en el juego de las tazas, no hay mas remedio que pedir un café de los de verdad y un perfecto gin tonic elaborado con el cuidado que creíamos reservado al trato de los vinos. Por cierto que, el que tomamos, consejo del sumiller candidato a "nariz de oro", fue un Bassus Pinot Noir 2008 decantado con sabiduría y buen hacer. A los postres probamos también un vino dulce que no recuerdo cual era, pero que olía a un poco a laca, aunque en boca era delicioso...una pequeña broma más para seguir con el juego de toda la cena. "Food for thought ¡¡".