martes, 16 de marzo de 2010

Caer en la tentación (Restaurante "La Manzana" Pº de la Castellana nº 57 - Hotel Hesperia)



En la vieja disputa mediática entre los partidarios de la cocina de producto y la de vanguardia yo siempre me he apuntado al carro de las nuevas tecnologías y la experimentación, pero últimamente me muevo más en terreno neutral: ¿Porqué renunciar a lo bueno, sea a fuego lento o con soplete?...

Y viene esta reflexión a cuento por la cena de la otra noche en La Manzana, el restaurante madrileño asesorado por Santi Santamaría, en el mismo hotel y justo encima del Santceloni, con el que comparte muchas cosas....

Pedimos un menú "cerrado" a muy buen precio, pero el Maître nos dio a elegir los segundos platos. Y no fue ese el único detalle, ya que -además del servicio, excelente- también nos amplió el maridaje de vinos y nos deleitó con unos quesos espléndidos.

Con la cervecita y de aperitivo nos trajeron un poco de aceite y panes y una versión "mínimal" de la tradicional butifarra con munchetas...un guiño catalán en plena Castellana madrileña.

Después nos ofrecieron una copa de Belondrade y Lurton para la terrina de foie de pato con compota de manzana y avellanas (con tostaditas) y un rosado del Penedés (Gran Caus) para la sopa de cebolla con huevo escalfado y crujiente de parmesano.

De pescado tomamos el sapito, que venía con una guarnición de patatas, con un delicioso sabor como escabechado....rematado con una copita de champagne Mumm.

En las carnes, probamos las albóndigas de jabalí y la carrilada de ternera (éramos dos)....con el acompañamiento de un tinto Regajal, de Aranjuez, que no conocíamos y que nos gustó mucho.

A esas alturas el éxito estaba garantizado, pero todavía quedaban más emociones gustativas con los quesos.....incluido el Morbier con su capa negra de cenizas (toda una experiencia) acompañado por un dulce malagueño, el Ariyanas de la Axarquía....aunque el Maître todavía ganaría más puntos con su invitación a una copita de Pedro Jiménez, Lustau, para acabar con el queso azul y la pasta de membrillo.

La mousse de chocolate con crema de café casi pasó desapercibida -a pesar de estar de muerte-, pero es que ya no podíamos más.....

Rematamos con los cafés y al pedir la cuenta ¡sorpresa¡....se nos cobró lo previsto en un principio, aunque el menú inicial había sido "enriquecido" notablemente. Además hay zona de fumadores, cosa que se va agradeciendo en los tiempos que corren.

En Santceloni no he estado, pero si multiplica lo vivido aquí puede ser increíble (habrá que ahorrar¡¡¡).

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