martes, 26 de mayo de 2009

La Salita....uno de los mejores en Valencia


Habíamos comido muy, muy tarde...y llegamos al restaurante casi sin hambre y con la amenaza de algunos comensales de dejarse a medias el menú degustación. Sin embargo, al final, casi mojamos pan en las salsas; osea que misión cumplida. Separar el placer de la gastronomía de la mera alimentación es un avance similar al de la distinción entre sexo y reproducción.

Era mi segunda visita a este “must” de la gastronomía valenciana y –de nuevo- cascada de sabores y sensaciones en un entorno muy agradable con un servicio y una atención propios de un restaurante de categoría superior. El reto era sorprender a unos amigos que no conocían todavía La Salita, y la prueba quedó superada con éxito.

El amor de esta gente por los vinos se nota no sólo en la carta, sino también en como tratan al que debería ser -en mi opinión- el verdadero “líquido elemento”. Tomamos con los entrantes un cava Gramona Imperial servido con mimo y después un muy bien decantado Finca Terrerazo 2006 que seleccionamos gracias a la recomendación del sumiller. En una escapada al baño vi junto al lavamanos un revistero del que sobresalía el “Wine Spectator”. No es mala idea si -a pesar de todo- se siguen teniendo dudas a la hora de pedir caldos (je¡).

A mi me encantó el regusto de la anguila ahumada y también el risotto de setas y trufa negra. Mis acompañantes celebraron el pulpo con la patata confitada, con una especie de helado de aceitunas. De la anterior visita recordaba los chips de sardina, así como el sorbete de gin tonic granizado, que vino muy bien para hacer “parada y fonda”. El salmón en caldo corto estaba jugoso y fresco, acompañado de un ravioli de langostino delicioso.

Extenuados y vencidos, llegó la carrillera con salsa de albaricoques. Probarla y terminarla fue todo una misma acción. En unos tubos de ensayo añadían más salsa para acompañar.

A los postres, animados también por unas copitas de Casta Diva, el vencedor absoluto fue el couland con corazón de plátano. Ofició de dama de honor su versión de fresas con nata y recibió la mención especial el bombón de coco y jengibre con bizcocho de fruta de la pasión.

La anterior visita fue a mediodía y en esta ocasión el restaurante estaba como los bancos americanos, en plena “prueba de stress”: lleno de sábado por la noche. Al final todos contentos: el que oficiaba de cicerone -yo mismo- y los invitados que ya se apuntan a La Salita como referencia inexcusable en próximas visitas a la ciudad de Sorolla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario